lunes, 20 de agosto de 2007

Llueve

Llueve sin parar en Londres. La verdad es que durante los primeros 10 o 15 días el tiempo no era lo que está siendo esta última semana. Aunque en el fondo esta es la verdadera cara de la ciudad, con sus días grises, encapotados, "foggy", como se dice por aquí. Es lo que hay.


Acabo de enterarme de que el amiguete Toni, el inquilino habitual de mi habitación, vuelve finalmente el día 23, por lo que me quedo sin zulillo y me toca deambular unos días. Casi con toda seguridad mi día de vuelta a los madriles será el 29. Antes de ello caerá una visita a Brighton, el próximo fin de semana.

Ayer me di un rulo de guiri por la city. A orillas del Támesis hay una exposición de guitarras pintadas a mano y firmadas por varios artistas. Bastante curioso, aunque había tanto guiri, yo entre ellos, que casi había que pedir turno para sacar una foto. Pese a ello, pude sacar un par sin que se notara mucho la marabunta.



Por esa misma zona, cerca del Tower Bridge, se ubica el ayuntamiento. Otro de esos edificios en el que la curva manda.

Dando una vuelta por ahí di con un par de niños con varicela tras una ventana. Tenían cara de cabreo al 100%, pero a uno de ellos logré sacarle una sonrisa.



El tiempo se va acabando. La verdad es que esta ciudad tiene su miga, aunque creo que para vivir en ella una larga temporada, como está haciendo la mayoría de la gente que he conocido, puede llegar a resultar bastante dura. Da la sensación de que todo el mundo está de paso, de que nada es demasiado estable y que todo se mueve deprisa. Con todo, la gran cantidad de gente joven que puebla las calles de Londres le da una vida particular. La sensación de anonimato que tanto me gusta de las grandes ciudades aquí se multiplica, lo que es a la vez una virtud y un inconveniente. Pero tampoco me apetece disertar demasiado sobre las conclusiones de este viaje. Ya llegará el momento en un próximo post. Besos a quien lea estas líneas y disfrutad de lo que queda de verano.

martes, 14 de agosto de 2007

Mi vida londinense

Hola a todos. Hace ya varios días que tenía que haberme puesto las pilas con el blog, pero lo cierto es que hasta hoy no me he decidido a ponerme al lío y colgar algunas fotos y experiencias de mi estancia en Londres para compartirlas con vosotros.

Llegué el día 31. Me doy cuenta de que casi he llegado al ecuador de mis vacaciones y no me lo termino de creer, pues aún estoy casi aterrizando. Por dónde empezar.

Vivo en la que probablemente sea una de las habitaciones más pequeñas de la ciudad, en la zona de Old Street, gracias a un amable albano llamado Toni que me la ha alquilado durante sus vacaciones. El precio es de risa para ser Londres (55 libras a la semana, unos 70 euros). Comparto piso con una pareja de polacos, una neozelandesa, una holandesa, un turco y un italiano llamado Antonio con el que he hecho buenas migas. Los demás parecen buena gente, aunque la comunicación entre ellos tampoco es demasiado fluida.




Esto que veis aquí arriba es mi pequeño zulo. La ventaja es que tengo una puerta que da a un descuidado jardín que es prácticamente para mí solo, por lo que la cosa está más que apañada. Si no fuera porque la cama tiene una especie de gran hoyo en el medio, al estilo del que Homer hace con su sofá, y a que debe tener como 200 años y muelles oxidados que sobresalen, sería ya perfecto. Además, la casa de Meri y compañía (a la derecha) está al otro lado de la calle. Tan sólo hay que cruzar y ahí está, como a diez metros. De hecho se ve en la foto, al fondo a la izquierda. Fue muy fuerte meter en el Google "Old Street single room" y que me apareciera un foro con el anuncio de Toni, sobre todo porque este barrio es inmenso y la casa podría estar a varios kilómetros.

Old Street está en el centro, en zona 1. Es un barrio por donde sale bastante la gente joven, con decenas de bares y todo tipo de garitos. Podría ser un Malasaña en plan cuco, con la diferencia de que cruzas una calle y disfrutas de una tranquilidad total. Abajo, el parquecito que tengo justo delante de casa. 100% apacible.


Desde que llevo aquí, he acudido a un par de conciertos y a un festival. Lo más destacable de todo ello fue sin duda el de los Dwarves, uno de mis grupos favoritos y a los que pensaba que nunca vería en directo. Su bolo coincidió con la visita a Londres de Ivar, con el que cayeron cantidades ingentes de pintas de todos los colores. La verdad es que estaba esperando a que el bueno de Ivar me mandara las fotos de tan memorable jornada, pero a estas alturas debe estar conduciendo por carreteras suecas junto a Paco y otro amiguete al que no conozco, así que no hay fotos. Sólo decir que fue un día de risas locas, con un concierto de guinda final, el de los Dwarves, punki punki como pocos que recuerdo. El lugar, una pequeña sala llena de descerebrados borrachos con ganas de pogo brutal. Pa habernos matao.

El festival tampoco estuvo nada mal. Fue gratis y duró todo un domingo (a las 9 todo el mundo a su casa). En cuanto a grupos, mucha banda amateur (alguna más que destacable) y un cabeza de cartel lamentable: una especie de Torrente haciendo versiones de Britney Spears con Fabio Moretti, de los Strokes, a la batería como reclamo. Entre metros y metros de cesped, atracciones para niños (aquí lo de ir a un festival de música toda la familia se estila mucho) y tómbolas, más de uno acabó como este tipo de aquí abajo, al que toda la peña hacía fotos mientras el chaval dormía la mona rodeado de miles de botellas de todo tipo. Qué majos.

Londres tiene un poco de todo. Quien lo conozca ya sabe que es así. Existe un zona, muy cerca de Angel, que cuenta incluso con un canalito al más puro estilo holandés.

Estos días también hemos salido en plan fiesteril. Los compis de casa de Meri están hechos unos tecnócratas, así que no podía ser de otra manera. El domingo (un buen día para salir aquí en Londres, por cierto) fuimos a un sitio bastante mítico llamado The End, para después acabar la noche en el Shosho. El resto continuó la parranda de after, pero ya era demasiado pa mi body. Entre los allí presentes merece una mención especial el amiguete japonés Kiri, todo un crack. Hele aquí arriba al colega.


Aquí a la izquierda, una muestra de los valientes que quedaron hasta el final de la noche (más bien de la mañana). El primero de todos es el Miguel. Para poner sus fotos más destacadas tendría que hacer un nuevo blog, porque el colega no tiene desperdicio. El resto, de izquierda a derecha: Luca, Úrsula, Marga, Pablete, David, Kiri, Natalia y María. Por aquel entonces, Meri también había optado por la retirada. Yo estaba ya por el tercer sueño, en el que por cierto soñaba que el Kiri me vendía un chalet en Torrelodones. Qué cosas.




La verdad es que tengo un buen plantel de fotos. Las iré colgando según me venga. Para quien quiera echarle un ojo, he hecho un tema sobre las tiendas de discos de Londres. Podéis echarle un vistazo aquí. Un abrazo a todos y un reconocimiento a quien se haya comido toda esta parrafada.