miércoles, 2 de mayo de 2007

Altercados en Malasaña

Las cargas policiales de estos días Malasaña bien merecen una pequeña reflexión. Lo cierto es que yo no estaba allí, por lo que carezco del –por otra parte subjetivo- punto de vista que otorga el hecho de vivir las carreras y porrazos en primera persona. Pero como alguien asiduo al barrio que ya ha vivido algún episodio similar en el pasado (siempre desde la retaguardia, que no dejo de ser un cagueta), me gustaría lanzar al aire varias cuestiones.


Independientemente de que la Policía se pase siete pueblos en el uso de la fuerza, lo que está claro es que cuando estás delante de un antidisturbios tienes ante ti a una persona adiestrada para repartir cera. No parece muy adecuado lanzar botellas, ladrillos o cualquier otro objeto que tengas a mano a un colectivo cuya especialidad reside en repeler la violencia a base de más violencia aún. Así que tenemos un cóctel explosivo formado por cuatro niñatos con ganas de liarla y unos cuantos maderos con ganas de que la armen para tener una buena excusa con la que dé comienzo el festival. El resultado son unas imágenes que seguramente ya habréis visto todos por la televisión. Si no, podéis hacerlo aquí o aquí.

Por otra parte, no comprendo por qué las fiestas patronales del barrio no se pueden celebrar con la normalidad con la que se llevan a cabo en otros lugares de la ciudad como Chueca, Lavapiés o las Vistillas, por poner tres ejemplos. Allí todo el mundo bebe sin problemas, y no veo que haya un cordón policial que impida la entrada a ninguna plaza, como ocurre en Malasaña desde que hace tres o cuatro años se prohibieran las fiestas debido a la presión vecinal. Impedir el acceso al Dos de Mayo, aparte de ser absurdo, sólo puede tener consecuencias como las que hemos visto.

En una de las grabaciones que publica 20 Minutos, se puede escuchar claramente al vecino increpar a los policías. "¡Dadles fuerte coño!", mascuya. Trato de ponerme en la piel de ese vecino, que probablemente haya sufrido ruidos hasta las tantas y vómitos y meados en su puerta durante años, y ni aun así consigo entender esa actitud de disfrute revanchista al presenciar la escena. La verdad es que no le desearía verse envuelto en un tumulto de esta guisa, porque todos sabemos que cuando empiezan a repartir no preguntan antes si has lanzado una botella o simplemente pasabas por allí. Parece que muchos tienen una cierta inclinación por las actitudes violentas, y se regodean en ellas en cuanto tienen ocasión. Son los mismos gañanes que disfrutan haciendo de espectadores cuando se produce una pelea, o que se paran colapsando el tráfico para ver si hay sangre cuando se produce un accidente.


Es posible que todos tengamos ese componente agresivo, ese morbo por una dosis de adrenalina de vez en cuando. Lo que está claro es que sólo aflora en algunos cuando se ven protegidos y alentados por un colectivo, lo que vale tanto para los antidisturbios como para los que empezaron a tirar litronas. Y que hay algunos que disfrutan con todo esto, a pesar de arriesgarse a irse a casa (o al calabozo) calentito. Igual nos iría mejor a los jóvenes si empleásemos la mitad de rebeldía en defender otras causas más importantes que el derecho a beber en la calle.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He de decir: mi chica vive en un primero exterior de la misma corredera de san pablo casi con velarde y sobar allí te da una idea inequívoca de lo q puede sentir un vecino q no tiene otra. a mi de hecho los primeros disturbios me pillaron sobando y hasta que no oí el primer ¡pum! pensé q era la basca q salía del tupper ware... por otra, yo mismo soy de los q en ocasiones vocea de madrugada, así q no tengo derecho a decir mucho. en cuanto a lo de los niñatos, entiendo a la policía (no en sus modos), pero es lo q hay. aunq si yo tuviese 19 primaveras, posiblemente estaría encantado de liarla ya q, guste o no, en esta sociedad de bienestar no hay ocasiones en las q romper mobiliario urbano a no ser q vivas en hernani o seas antiglobalización de corte inglés... y la juventud necesita rock and roll y romper escaparates de vez en cuando... lo q ocurre es q igual molaría q se rompan a ellos mismos los cojones o busquen oportunidades más loables.
en fin.
porro somos y en porro nos convertiremos.

Dani dijo...

Tienes razón Gassuni. Suscribo al 100% lo que dices. Yo (que a veces me molestan hasta los pájaros cuando se ponen a piar a saco) no podría vivir encima de toda la vorágine malasañera, y hasta cierto punto entiendo a los vecinos. Pero si siendo joven me mudara a Malasaña no tendría mucho sentido quejarme: ya sabes lo que hay, haberte ido al extrarradio en busca de silencio. Otra cosa es si eres una persona mayor y llevas viviendo allí toda la vida.
Con todo, qué quieres que te diga, he tenido 19 años y nunca me ha dado por romper nada ni liarla, aunque seguramente haya molestado a más de un vecino en una noche ociosa. Si lo que necesitas es rock and roll vete a un concierto y desparrama, pero no des por saco. La base está en el respect... y también en la tolerancia.
Un abrazo